viernes, 21 de noviembre de 2008

A mi se me murió un amigo / Viviana Gallardo H


A mi no se me murió un amigo, se me murió una amiga. Yo no dejo de acordarme de ese día, porque el estomago duele tan fuerte que te dan ganas de no tener estomago. Ni estomago ni huesos, porque los huesos te obligan a estar parado y uno lo que menos quiere es estar parado.
A mi se me murió una amiga y yo no supe que hacer. Soy tan torpe que hasta pensé guardarme la noticia, sufrir en silencio y no amargar a nadie con la noticia. Uno piensa cosas muy absurdas cuando se muere una amiga, digamos que se pierde la razón. La idea de no contar nada duró solo 2 minutos porque después las palabras salían y yo ya no dominaba nada.
A mi se me murió una amiga y era 24 de diciembre. El 24 de diciembre uno envuelve regalos, no se viste de negro. A mi me dijeron que mi amiga se había muerto en un choque y que su novio había sobrevivido y yo odié tanto al novio que estoy segura que pequé de tanto odiar.
Mi amiga era de esas personas que jamás se piensa que va a morir en un auto chocado a las 6 AM. Ella era de esas personas que uno imagina con muchas hijos, muy bonita de vieja y publicando un libro. A mi me gusta escribir, pero digamos que a ella le gustaba mas.
Dejamos de envolver regalos y fuimos a su casa. ¿Alguna vez viste una película sobre los días de la post guerra? El campo de batalla es solo un desierto de cielo nublado y el piso de ese color que toman todas las cosas que alguna vez se han mezclado con sangre. Entonces llegamos y su casa era como un día de la post guerra. Todos estaban vivos y todos estaban muertos. Y no había sangre, pero el dolor era tan grande y casi se veía.
A mi se me murió una amiga y yo no supe que decirle a su madre. Yo pensaba, y aún pienso, que todas esas cosas que se dicen por cortesía no deberían ni pronunciarse. El silencio es mejor.
Sobre el ataúd había una foto de mi amiga graduándose y me acordé de las noches enteras que pasó estudiando para poder terminar bien ese año ¿Y para qué?
A mi se me murió una amiga y yo odié la navidad. Odié a los que estaban felices abriendo regalos porque tenían paz y yo que siempre busqué vivir en paz supe que jamás iba a poder tenerla. Pero más odie que algo superior fuera capaz de ir y robarle todo lo que ella siempre había soñado ser. Su vida era triste, pero ella seguía soñando con que un día iba a dejar de serlo. Lastima que no alcanzó a ver ese día.
A mi se me murió una amiga y yo todos los días miro su foto. El dolor de estomago no se va ir jamás.

1 comentario:

Anónimo dijo...

vivi...es tan triste cuando se va alguien que uno quiere mucho, es la sensacion mas cercana al odio verdadero, de que de un momento a otro ya no es mas una utopia o una idea. el odio es real, pero como todas las cosas en la vida se aprende a vivir con el y se aprende a apaciguarlo con el tiempo.