miércoles, 11 de febrero de 2009

Sucio y Desprolíjo (crónica de Divididos en Valparaíso)

“las canciones de Daniela Romo producen vómitos”…no es un pensamiento al aire, es un hecho concreto. Andrés, antes de empezar el viaje, primero se rió, luego se atoro con la Coca Cola y no podía respirar, hasta que finalmente vomito cuando nosotros (Hugo y yo) le cantábamos “todo todo” de Daniela Romo. Claramente la caña en nosotros ya empezaba a hacerse más notoria. Especialmente en Andrés.
Karla mostrándonos su faceta más turca, vendía sus hamburguesas de soya, en la que todos cooperábamos y pusimos un granito de arena. Estaban realmente ricas y a tan solo $500. Así, entre ventas de hamburguesas y vómitos, comenzó nuestro viaje hacia el puerto principal.
El lugar elegido era el muelle Barón y la gente a eso de las 18:00 hrs. empezaba a llegar.

El fenómeno era extraño, los dos grupos de fans nos mirábamos con desprecio y los cánticos se entrecruzaban unos con otros, la fila ya era larga y a la organización se les ocurrió abrir las puertas a eso de las 20:00 hrs. Muelle Barón estaba repleto y la 2º jornada de los festivales gratuitos de Cristal en vivo estab comenzando.

Silenciosos los santos en remera chilenos mas un gran escuadrón de turistas Mendocinos, que por estas fechas repletan nuestras playas y se engrupen a nuestras mujeres, esperaban el turno de Divididos, la primera hora de música pasaba y el recambio de público era notorio, el silencio sepulcral se cambio por la fiesta de los cánticos, las banderas y los lienzos. Era todo ansiedad y como es de costumbre, Divididos hace su arribo en el escenario con un retraso que a esta altura es mas clásico que la postal de Ricardo Mollo tocando con una zapatilla.

Con un set list cargadito a la herencia de Sumo, (principio y final) sumado a los grandes clásicos de la banda. Divididos hacia su trabajo a la perfección, nosotros sus fans disfrutábamos con cada tema y cantábamos como si la vida se nos fuese a acabar, aunque cada recital de la aplanadora sea un ritual de lo habitual, Divididos siempre sorprende, mucho más si es a personas que no conocen la banda. En este que fue el mejor show que han ofrecido en Chile solo falto una cosa. La ausencia de temas nuevos fue algo que Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella, pasaron por alto. Por mas que pedí “Muerto a laburar” y recibir de respuesta de la propia boca de Ricardo un…”para la próxima…jejeje” no pude apreciar en vivo lo que será un disco que e estado esperando por siete años. No todo es perfecto.

A estas alturas queridísimo lector se habrá dado cuenta que profeso un fana
tismo enfermizo por esta banda trasandina; si lo reconozco, soy un groupie y me emociono al máximo cuando escucho ciertos temas que han marcado mi vida. Por primera vez escuche “Par mil” y los recuerdos pasaban como luces calientes que atravesaban mi mente. Divididos nuevamente marcaba mi historia y claramente la de todos los que estuvimos esa noche en Muelle Barón.

Cuando todo había terminado y nuestras gargantas eran mas roncas de lo común, sin darnos cuenta, nos preparábamos para afrontar la más extrema de las experiencias de las que ninguno de los cuatro habíamos vivido (creo yo). Sin un lugar donde dormir, valientemente nos sumergimos en la peligrosa noche porteña y aplanábamos sus calles, la idea mas clara era sobrevivir hasta que amaneciera y encontrar un hospedaje a como diera lugar. L
os moteles también estaban dentro de la lista, claramente no para armar una orgía entre los cuatro. Siendo más de las tres de la madrugada, solo queríamos dormir, y eso fue lo que entendieron en un hotel, que de hotel no tenía nada. El reggeton sonaba más fuerte que los gemidos mentirosos de las putas porteñas que nos decían que ahí nos saldría caro dormir, porque se cobraba por hora. Maldito fin de mes pensaba yo, era obvio que no encontraríamos un lugar para pasar la noche, el recambio de turistas atentaba en contra de nuestra seguridad y a la vez llenaba los bolsillos del sector turístico de la V región.

La desesperación y el cansancio eran señales visibles en nosotros hasta que a uno se le ocurrió una idea genial… “¿y porque no pasamos la noche en la sala de espera de hospital?”. Mucho no lo pensamos, el destino era ese y el plan el siguiente, si alguien nos preguntaba porque estábamos ahí, nosotros responderíamos que esperábamos a un amigo que estaba accidentado. El plan era perfecto y sobrevivimos gracias a la máquina de los cafés. El frió de esa sala era mucho mas cómodo que alguna de las escaleras del puerto o la amabilidad negociada del puti club de Aníbal Pinto. Ya era de día y el frió de la costa nos saludaba para recordarnos que el rock es una vida llena de sacrificios.

Ahora que ese episodio se convirtió en una linda anécdota, solo queda decir gracias Divididos, gracias por hacer de este viaje una experiencia que recordaremos toda la vida.




Divididos en Valparaíso (Cristal en vivo, 31 de Enero)
Crua Chan y Salir a asutar

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que buen relato! retrata a la perfeccion lo que vivimos, yo por mi parte tambien la he contado y la verdad es que a todos le ha parecido bastante extrema la aventura...

Pero todo vale la pena al recordar el magno show de Divididos, todo lo que cantamos, cuanto nos emocionamos y todo lo que queremos a esta banda.

un beso

Santiago Paz dijo...

Gracias por las felicitaciones.

Santiago.