domingo, 11 de enero de 2009

Frágil como un volatin / Juan Pablo Prado

Tantas y tantas veces vemos niños vendiendo flores, calendarios o simplemente pidiendo una moneda. Tantas y tantas veces pasamos como si nada, la vida en estos tiempos pareciera ser indolente con la desdicha ajena. Hoy con karla comíamos como tantas veces en Don Pepe una promo de italianos con bebida, cuando apareció ella. Tendrá unos ocho años, seguramente su “madre” la esperaba en la esquina para recolectar las monedas de su venta de calendarios, Valentina (así la llamaremos desde este momento) dejo en nuestra mesa un calendario con la imagen del niño Jesús. Que paradójico.

La vida en ciertos casos es tan injusta con algunos, que les da hijos a quienes explotar, la vida es tan injusta, que existen niños y niñas que a tan corta edad se enfrentan cara a cara con lo peor de nuestra existencia en este planeta. Y eso es triste, es triste porque es inadmisible llegar a pensar la vida que llevan estos niños y niñas, es triste porque sus ojos lo delatan, porque de sus bocas no brota la risa abundante que a esa edad se acostumbra, es triste porque un niño no debe estar trabajando y no porque lo digan sus derechos universales, sino porque creo que su único trabajo, es inventar nuevas formas de divertirse y agotarse de tanto correr tras una pelota, no precisamente vendiendo calendarios como mi querida Valentina.

Valentina viste de rosado y su polera tiene un hoyo que deja a asomar su hombro, es realmente linda, tiene el pelo claro, pero sus ojos tan llenos de tristeza y miedo no dejan ver y dimensionar una belleza tan, pero tan intrinseca. Valentina no merece esta vida.
No comenté en esa ocasión, pero dentro de mi surgió un sentimiento tan paterno, que sentía que mis manos lo único que querían era cobijar esa pequeña e invisible existencia, esa niña que para el poder figura como un número y un problema, provoco en mi y karla, un sentido de responsabilidad absoluto. Valentina ya nos decía tíos. El completo le pareció la mejor comida del mundo, y era lógico, no lo iba a compartir con su “madre” ni menos con otros niños.

¿Qué será hoy de Valentina? solo espero que este tranquila, en el lugar que sea, no tengo la seguridad de que tenga casa, así que si ven a Valentina, cómprenle un calendario con la imagen del niño Jesús, esperemos que este último si es que existe, se acuerde de que también fue un niño pobre y que de seguro tuvo que trabajar. Que la supuesta bondad del niño Jesús también llegue a su vida, aunque por su casa no ha pasado tan importante señor. ¿Y que si este vela por los pobres? Lo mas probable es que no.
Si ven a Valentina en algún lugar denle un beso de nuestra parte, este mundo esta lleno de Valentinas.



Víctor Jara-Luchin

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lamentablemente lleno de Valentinas. Y es rarísimo, pero me brota, a parte de esa intención paternalista o heroica, un manojo de emociones tan potentes que lo único que me interesa hacer es buscar a su madre y darle unos cuantos golpes y restregarle la mierda de ser humano que es. Porque si, la vida es difícil, y si, es difícil también cuidar y mantener a un hijo, pero no por eso ellos tienen que pagar el descuido de alguien que no fue capaz de comprar o incluso pedir un condón.
Creo que, al mirar a esa gente, me dan ganas de que el aborto sea legal.

Buen texto. Vi a Valentina, lo juro.
Saludos.

Peanut JamTeam dijo...

A la médula
al útero
a las gónadas


...al alma.

"Dios" escuche los ojos de Vale.

Zittric dijo...

Ayer vi a Valentina arriba de la micro, ya tiene como 17 años, cargaba a su hijo, y tenía una armónica a la que le sacó un par de notas desafinada, luego pasó como pudo asiento por asiento recogiendo una sucia moneda, con la que quizás compre un pan o algo más...luego se bajó, y le pude ver sus ojos verdes, sus ojos con una mirada de desolación...mientras mis ojos se llenaban de lágrimas y preguntándome si Dios se acordará de ella también.

Gracias por el comentario en mi rincón.

SALUDOS

Excelentes escritos.